Hermanos maristas, niños y niñas, familias, jóvenes, jóvenes no tan jóvenes… más de cien personas se reunieron el domingo 11 de junio en el Monestir de les Avellanes (Catalunya-L’Hermitage) para celebrar los 50 años de la Pascua de las Avellanas. Una Pascua que nació en 1973 con voluntad de proclamar que Jesús está vivo, con espíritu joven y que se ha ido adaptando a cada contexto con el paso de los años.
Durante la eucaristía, el hermano Gabriel Villa-Real, Provincial de L’Hermitage, expresó el significado de estos 50 años con tres palabras: agradecimiento, compromiso y esperanza”, que desgranó de este modo: “contemplamos con gratitud el camino recorrido por tantos jóvenes durante 50 años. Vivir 50 años la Pascua es una oportunidad de renovar la apuesta y el compromiso de los hermanos maristas de la Provincia L’Hermitage con la Pastoral juvenil: estar con los jóvenes y acompañarlos, desarrollando una pastoral abierta y capaz de integrar a todo el mundo, y centrada en los valores del Evangelio. Celebrar 50 años es una invitación a mirar al futuro con esperanza. Queremos continuar ofreciendo espacios y experiencias de vida, queremos continuar ofreciendo a los jóvenes la joya y la luz del Evangelio. Gracias a todos los animadores, monitores, acompañantes, hermanos, jóvenes adultos… gracias a todos aquellos que dais tiempo y energía para acompañar a los jóvenes y para caminar con ellos. Gracias porque vuestro compromiso diario es esperanza para el futuro”.
La Eucaristía es una fiesta y, como tal, tuvo muchos momentos festivos y otros solemnes y emotivos. Uno de los más especiales fue el descubrimiento de una placa conmemorativa de los 50 años de la Pascua y que ha quedado fijada en una de las paredes del monasterio. Y, como las eucaristías pascuales no son eucaristías sin la música, el grupo Ubuntu fue el encargado de poner la música en la fiesta, con canciones significativas de las celebraciones de estos 50 años. “Tú serás hoy Champagnat”, “Buena madre”, “Bienaventuranzas” o “Som Testimonis de Resurrecció” resonaron una vez más entre las paredes de la iglesia querida por tantas generaciones.
La eucaristía dio paso a una comida compartida, durante la cual continuó la fiesta, también con Ubuntu, y un repertorio formado por nuevas y viejas canciones. El canto de despedida recordó a los asistentes que el adiós “no es un adiós por siempre jamás” y los emplazó a volver a celebrar año tras año que Cristo ha resucitado.
¡Gracias a todo el equipo que ha hecho posible la celebración y muchas felicidades a la Pascua de las Avellanes!