Llegué al Monasterio de las Avellanas, ya de noche, con el corazón abierto a esta segunda semana de formación del curso “Identidad y profundización marista”. Silencio, paz, armonía en ese edificio imponente que acogía a un cielo limpio y estrellado como nunca antes había vivido. Dentro: Saludos, abrazos, besos, alegría…por volver a vernos, por estar juntos,
por compartir…y de verdad, que eso se nota.