Javier Bahón Gómez, CEO de TÚinnovas, el laboratorio internacional de innovación y coaching educativo, ha estado presente estos días en Lardero (La Rioja) para impartir una formación a educadores de 17 centros maristas. Las ponencias han estado enmarcadas en las X Jornadas de Innovación de Maristas Ibérica, que se han celebrado este 15 y 16 de febrero en las instalaciones de la institución marista. Bahón, un referente en innovación educativa, ha centrado su discurso en las situaciones de aprendizaje, las estrategias de pensamiento riguroso y la evaluación competencial.
Anabel Abad, responsable de comunicación de la Provincia Ibérica, ha podido entrevistarlo en profundidad.
Anabel Abad: ¿Cuáles son las razones que te inspiran y te llevan a fundar este laboratorio de innovación educativa?
Javier Bahón: Conocer a personas que creo que eran valiosas ya desde ese momento, y pensar que juntos podíamos ofrecer muchos caminos al mundo de la educación desde distintas disciplinas, ya sea la psicología, la pedagogía, los especialistas en emociones, en el cerebro, etc. Lo que suele faltar, y esa ha sido siempre mi mayor misión, es que lo que surge en las universidades, en los grandes centros de investigación, pueda llegar al aula. Suelo decir que nuestro laboratorio es como una bisagra entre quien tiene el saber y quien lo necesita; y que le llegue además de una forma que pueda comprender, que pueda aplicar de forma práctica.
A: Cuéntanos algunos proyectos en los que estáis trabajando en la actualidad.
J: Siendo multidisciplinares, cada uno tiene su propia especialidad. Mi área es una investigación aplicada en la que estudio el resultado de innovaciones metodológicas en el ámbito educativo. Por ponerte un ejemplo, he estado mucho tiempo trabajando sobre las Inteligencias múltiples. Cuando los canales de movimiento y comunicación se diversifican, como puede ser a través de las inteligencias múltiples, hay menos elementos que te constriñen porque tienes más posibilidades de recibir input y de expresarlo.
También es muy valioso todo lo que vemos sobre el pensamiento profundo, cómo los chavales pueden convertirse en pensadores rigurosos, y cómo eso lo pueden trasladar en su modelo de comunicación y en su expresión escrita. Es sensacional. Los profesores descubren que cualquier alumno puede mejorar si les enseñamos de una forma sistemática, bien encauzada y sabiendo lo que buscamos.
A: Relacionado con esta última idea, y haciendo referencia a otras entrevistas que has realizado, nos gustaría que nos explicaras la siguiente frase: «Tenemos que hacer un currículo que valga para la vida».
J: Hay un principio básico en el aprendizaje que dice: «Sólo se aprende aquello que se comprende y se puede utilizar». Si tú comprendes algo y sabes utilizarlo en un contexto adecuado, seguro que lo haces tuyo. Tu cerebro sólo aprende y comprende en profundidad aquello que sistemáticamente puede utilizar en tareas que están en tu vida. Cuando proyectamos una unidad didáctica, como norma, lo primero que hacemos es pensar en qué metas de transferencia quiero que tengan los alumnos, qué quiero que comprendan y para qué. ¿Esto para qué sirve?, preguntan muchos alumnos. Tenemos que demostrarles que lo que estoy enseñando sirve.
A: ¿Cómo se debería liderar en los centros educativos el ámbito de la innovación?
J: Hay que darse cuenta de que la tarea que tenemos es apasionante pero muy compleja, y eso sólo se puede abordar en equipo: un claustro muy consolidado como equipo, remando juntos y en una dirección coherente. Quien aborde esto debe ser parte del equipo que busca el fin. Y a partir de aquí, para mí el profesor es el constructor de oportunidades. Nosotros construimos oportunidades que vamos a llevar al aula, donde nuestros alumnos van a poder desarrollar todas las destrezas, competencias o habilidades que necesitan para su vida en función de lo que les pongamos delante como oportunidad.
A: Has dedicado muchos de estos últimos años a formar en educación innovadora a los claustros de profesores. Estos días (miércoles 15 y jueves 16 de febrero) has impartido en las X Jornadas de innovación de Maristas Ibérica: ¿Qué ideas clave se han llevado los educadores asistentes?
J: La primera idea, como claustro: debemos tener claros cuáles son los faros de nuestro centro educativo, de nuestra institución educativa. En la escuela siempre hemos adoptado la posición de «cada maestrillo con su librillo» y eso a la larga nos ha hecho que estemos demasiado desconectados. Ante una tarea tan compleja, hay que juntar fuerzas y ser coherentes con el proyecto educativo que queremos y el perfil de persona que queremos educar. Si tenemos claros esos faros, ya sé cuándo estoy o no estoy haciendo bien mi trabajo. Ya sé cómo puedo redirigirme si tenía alguna duda.
Por otra parte, de cara a los alumnos: sólo aprende el cerebro activo. En la medida en que yo como profesor tome protagonismo del tiempo y del espacio, mi cerebro va a estar muy activo pero el de los alumnos no. No es ser peor profesor dejar de dar explicaciones, sino que hay que hacer buenas preguntas. Un buen profesor tiene que ser un buen referente y un buen mediador. Y un buen mediador es el que sabe hacer buenas preguntas. Pone en la pista, pero no ofrece la respuesta hecha.
Y, por último, esto es una cuestión de tiempo. El cerebro tiene que desarrollar todas sus capacidades y sólo desarrolla las capacidades que practica. Cuando hablamos de educar para la vida, estamos hablando de educar en competencias. Y para eso me sirve más mi capacidad de pensar de forma flexible o tener flexibilidad cognitiva y emocional.