El objetivo principal del encuentro de jóvenes maristas era poder compartir tiempo, objetivos y alegrías. Pero también conocerse, crecer y divertirse juntos. Aunque muchos ya habían coincidido en otras ocasiones, para bastantes de los asistentes en Guardamar esta era su primera oportunidad de ponerse cara, de saludarse y crecer de cerca.
Cada una de las más de cien personas implicadas en esta aventura traía esperanzas y ganas parecidas, pero, la realidad es que los diez primeros días de agosto han acabado superando cualquier expectativa posible.
Compartir tiempo de calidad, disfrutar y aprender jugando, pero sobre todo, apasionarse por el camino en común que ha hecho implicarse a toda la comunidad, veteranos y novatos, jóvenes, acompañantes, seguidores y traductores.
Gracias al espíritu común marista se han estrechado lazos y se han cumplido objetivos. Se ha devorado el calendario de actividades, oraciones y encuentros y nos hemos quedado con ganas de más. Y es que cuando todo lo que das se multiplica solo cabe seguir creciendo juntos para seguir aprendiendo en comunidad.