El 8 de mayo de 1994, a primera hora de la tarde, la hermanita Paul-Hélène Saint-Raymond (hermanita de la Asunción) y el hermano Henri Vergès (hermano marista) daban su vida en su lugar de trabajo, en la biblioteca diocesana de la calle Ben-Cheneb, en el barrio de la Casbah, en Argel. Allí se hacían cercanos a la juventud en un momento de mucho conflicto y violencia. Serían los dos primeros de los 19 mártires asesinados en Argelia durante los años 90.
Ahora que se cumplen 30 años, hemos querido reunirnos, desde la congregación de las hermanitas de la Asunción y la institución Marista (provincia L´Hermitage y Región Marista de Europa) para hacer memoria de sus vidas entregadas y para preguntarnos también nosotros:
- ¿Cómo nos entregamos?
- ¿Cómo compartimos vida y destino con aquellos y aquellas a quienes somos enviados?
- ¿Cómo seguimos construyendo en nuestro entorno espacios de paz y de convivencia interreligiosa?
- ¿Cómo somos la Iglesia del delantal que nos pide Francisco?
Un congreso sobre los mártires de Argelia, realizado en Madrid el pasado noviembre, fue el impulso para reunirnos y organizar unos encuentros de oración en las cuatro ciudades españolas donde hay presencia tanto de los maristas como de las hermanitas de la Asunción: Granada, Madrid, Cartagena y Barcelona. Estaban invitados los religiosos/as y el laicado de ambas congregaciones, y todos aquellos que se sintieran convocados por el testimonio de estos dos mártires.
En los encuentros nos reunía el símbolo del delantal azul de Henri Vergès y la frase “Nuestras vidas están entregadas” de la hermanita Paul-Hélène. Hemos escuchado el testimonio de la hermanita de la Asunción María José Vallejo, de la comunidad marista en las ciudades argelinas de Mostaganem y Orán, de la laica de la Asunción María Cristina Umbarila y de la educadora marista Cel Far. Hemos conversado, por parejas, sobre nuestras realidades y llamadas. Y, más allá de la oración, hemos compartido un rato comiendo juntos. Ha sido una bonita oportunidad para conocernos más y aprender a caminar juntos.
Gracias queridos H. Henri y hermanita Paul-Hélène.