Dentro de la Provincia Ibérica es tradicional el encuentro que anualmente vivimos con ilusión los miembros de la familia marista. Dos son las sedes donde nos encontramos: Villalba y Lardero. Las distancias son la razón para tener estas dos sedes.
“Ser marista” es, entre otras cosas, “ser y vivir familia”. Esta es la imagen y el recuerdo que tenemos quienes nos encontramos cada año celebrando el “Encuentro de la Familia Marista”. Todos nos sentimos miembros activos de “ese ser marista” alrededor de la Buena Madre y con Marcelino.
Una vez más Villalba y Lardero nos acogen para celebrar que todos nos sentimos y queremos formar parte de esta familia, espíritu de familia que se hace presente, recordándonos que juntos somos más y que hay una gran riqueza en cada una de las presencias de esta familia.
Desde temprano, la música, los hinchables, los tenderetes que se iban levantando… y, sobre todo, las voces de los niños ponen de manifiesto que la fiesta ha empezado. ¡Qué alegría ver las sonrisas en los rostros de los más pequeños! Sus ojos brillaban mientras disfrutaban de las actividades pensadas especialmente para ellos.
Las distintas actividades fueron realizándose sin prisa, pero sin pausa: palabras de bienvenida, talleres, juegos, hinchables, actividades para pequeños y no tan pequeños y el recorrido por los distintos puestos de los colegios y poder comentar con unos y con otros las incidencias del año, a la vez que degustábamos los manjares que con cariño habían preparado para la ocasión.
Y, en el fondo, hermanos, profesores, animadores, padres, amigos… disfrutando del encuentro, del saludo fraterno, rememorando y compartiendo historias y vivencias, haciendo presentes a amigos y compañeros… las cosas de la familia.
Las ganas de encontrarse y la emoción estaban en el aire mientras nos reuníamos para celebrar la Eucaristía. Fue el centro del día. Junto a María y Marcelino celebramos lo que ya estábamos viviendo: la familia reunida. Fue una celebración sencilla, pero llena de significados, con la ofrenda a María y el envío y bendición del grupo de voluntarios que en verano participarán en diferentes proyectos y presencias sociales.
Y, en torno a la mesa, es el momento de compartir, en paz y armonía, viandas, anécdotas, risas y pausas. La sobremesa relajada para los mayores, no tanto para los jóvenes y la chiquillería, donde los ritmos modernos, las coreografías de grandes y chicos, la armonía, la buena voluntad, causan gozo y alegría.
En esta semana en que hemos celebrado la festividad de nuestro fundador, recordamos con cariño nuestro día de la familia marista, que nos pone en sintonía y nos invita a estar con oídos atentos a construir familia día a día.