La Provincia de Maristas Mediterránea ha celebrado su Encuentro Provincial a finales de enero. La comisión organizadora nos transmite, a través del siguiente texto, un resumen de lo vivido en estas jornadas de vida y misión compartida.
Todos los invitados, directores, educadores de obras sociales, animadores vocacionales, miembros de equipos provinciales, coordinadores de orientación, hermanos, animadores de comunidades, dijeron ‘SÍ’ a participar en un viaje: buscar el corazón de la Provincia, comenzando por el corazón de cada uno de ellos.
Llenando así Guardamar de sonrisas de corazón, dispuestas a preguntarse por sus propios procesos vocacionales y a interrogarse por la animación vocacional que estamos proponiendo desde la Provincia a niños, adolescentes, jóvenes y adultos.
El viaje comenzaba en uno mismo y en todo lo que traíamos en la cabeza y en el corazón. Por eso, entre todos, realizamos un gran «collage vocacional» para profundizar en el concepto «cultura vocacional», a través del diálogo en pequeños grupos y en asamblea.
Este sería el punto de partida de la ponencia principal del encuentro, por parte del H. Jorge Sierra, hermano de La Salle, delegado de pastoral de su distrito ARLEP (España y Portugal): ¿cuáles son los elementos de la cultura que ayudan, dificultan, iluminan, facilitan, entorpecen, confunden el diálogo vocacional entre las personas y Dios?
Aparecieron temas de afectividad, de centros de interés juveniles, de la importancia del grupo, de la sociedad VICA (Volátil, llena de Incertidumbre, Compleja y Ambigüa), de la imagen de la Iglesia, entre otros. Fue ahí, en nuestra realidad actual, donde se habló de la necesidad de construir entre todos un ambiente social, un «humus», una «atmósfera», que propicie y favorezca la comprensión y desarrollo de la vida humana como vocación.
Jorge terminaba con dos conclusiones: Dios sigue llamando siempre y sigue llamando a todos. La vocación es un camino, construido a través de un diálogo continuo entre Dios y la persona.
Con todo esto en el corazón, nos poníamos a reflexionar toda la tarde cómo algunos de nuestros ámbitos de misión podían favorecer la creación de esta «cultura vocacional». Trabajamos el deporte y la vida sana, el desarrollo intelectual-académico, la formación de educadores, la vida comunitaria, la orientación profesional, la solidaridad y la interioridad. Entre todos, sacamos muchas conclusiones que, esperamos, nos hagan seguir centrando estos ámbitos en facilitar procesos vocacionales.
Finalmente, el viernes lo dedicamos a la animación vocacional carismática. Desde los distintos equipos dependientes del Consejo de Vida Marista nos fueron presentando propuestas de cómo, dentro de esta cultura vocacional, lanzar con fuerza las vocaciones maristas. En este Año de las Vocaciones Maristas, la gran pregunta de la mañana era ¿cómo podemos cuidar y generar vida marista allá donde estemos? Por presencias maristas, uniendo distintas obras y comunidades cercanas, se realizaron propuestas concretas para el trabajo local y para el trabajo en red del Consejo y del nuevo Equipo de Animación de la Vocación de Hermano.
La celebración final nos enviaba a ser animadores de la vocación, la propia y la de los que nos rodean, a partir de lo que encontramos en nuestro corazón; a convertir nuestros espacios de trabajo, vida y servicio en «hogares» abiertos a toda persona que quiera iniciar caminos vocacionales. Por eso, un sencillo felpudo, para colocar en las puertas de despachos, comunidades, se convertía en el mejor recordatorio posible del compromiso reforzado en este encuentro: «En este hogar cuidamos la vida marista».