Hace treinta años que soy un educador marista del Colegio de la Inmaculada de Girona y he asistido a diversos cursos de formación en Madrid, Valladolid, Alcalá… y siempre la experiencia ha sido muy buena.
A pesar que pasan los años y la mayoría de los profesores que asisten son de distintas generaciones, al final la sensación siempre es la misma. Una combinación de trabajo agradable, descanso mental y encuentro de buenas amistades.