Con Champagnat y los primeros hermanos, y con la gran familia marista rica de rostros y relatos, aprendemos a ver el mundo a través de los ojos de ‘los más pequeños’ a lo largo de más de 80 países, con diversidad de presencias como educadores animando sueños educativos para crecer y transformar la realidad local. ¡Más de doscientos años de vida y relatos, de rostros y sueños! ¡Estamos de celebración los Maristas de Champagnat!
Cada presencia recoge bellas historias y los relatos de nombres propios que se suman a este sueño permanente de crecer, acompañar, crear un mundo de posibilidades, compartiendo vida y fe (con sus diferentes expresiones y lenguajes).
Ser MARISTA es sinónimo de vivir plenamente y con pasión la vocación, al estilo de María, desde la cercanía y la presencia fraterna; comprometido y en profunda comunión con la juventud y sus derechos.
Como maristas, seguimos comprometiéndonos a educar desde la presencia, desde la sencillez, con corazón de ‘hermano’.
Esta historia marista que tantas y tantos de nosotros podríamos ir narrando habla de disponibilidad global (internacional, intercultural, inter-…), de educación (con gran riqueza y creatividad de itinerarios para aprender a vivir y a ser ciudadanos comprometidos), de presencia significativa (llena de tiempos generosos y cercanos), de sencillez (tal cual somos, sin apariencias artificiales), de fraternidad, de referencia mariana (como la gran inspiradora, mujer de su tiempo, hermana en la fe, madre incondicional), de comunión (en torno a la mesa de la vida, del pan y la palabra), de un especial cariño por la infancia y la juventud (con ellos aprendemos a mirar el mundo de una forma latente y con ellos nos comprometemos en la defensa y promoción de sus derechos), de transformación (social, personal, comunitaria…) y de fe (en la vida, en las personas, en los Derechos que compartimos y nos dignifican, en el Dios-Encuentro, en la comunidad que se congrega-comparte-celebra).
Más de doscientos años de relatos que posibilitan nuevos relatos en nuevas tierras y presencias hacia la tierra del encuentro. ¡En diálogo y en movimiento!
Feliz celebración llena de plenitud, de sueños, de encuentros, de agradecimientos, de desafíos. ¡Es tiempo para vivir…!
«Algo nuevo está brotando ¿no lo notáis?» (Is 43, 19).
Autor: H. Íñigo García Blanco, Provincia Ibérica.