Cuando aún resuenan en mis oídos y en mi corazón los ecos de las voces de mis compañeros y organizadores del curso de Identidad Marista hago un alto en este camino que los maristas iniciamos cuando entramos por la puerta de un colegio o de una obra social marista y que ya te hace sentir parte de ese camino para siempre, a veces, entre terrenos yermos y la mayoría del recorrido, entre campos en flor.
Y en este alto, quiero hacer una pequeña reflexión sobre las vivencias y emociones de estos días de curso que un grupo de profesores hemos estado realizando en el Monestir de les Avellanes.
Era la segunda semana de convivencia con unos compañeros que ya han pasado para siempre en mi vida a la categoría de AMIGOS. Nuestros vínculos se han enraizado por nuestro sentir de maristas de Champagnat, por haber tenido la oportunidad de compartir vivencias únicas.
Y no es por hablar “desde la abundancia”, como hemos aprendido en estos días, pero todos coincidíamos en que esta vivencia la recibimos como un regalo, por mucho que los organizadores no piensen que así se tenga que considerar. Puede que los “emisores” no lo vean así, pero los “receptores”, así lo vemos.
Porque… ¿qué se espera de un regalo? Sorpresa, novedad, que sea algo que te aporte alegría, que sea algo muy útil, que te haga ilusión, que se pueda compartir …… Pues puedo asegurar que esta última semana, al igual que la que vivimos anteriormente en Maimón, cumplen todos estos requisitos.
Así que, para el conocimiento de nuestros queridos Ángel Prieto y Andreu Sánchez, amigos y perfectos organizadores del curso de Identidad Marista, quien ha pensado en nosotros para compartir estos días nos ha hecho un auténtico regalo.
Pero, eso sí, este regalo va envuelto con el papel de la responsabilidad. Y de ello somos conscientes y así lo asumimos, porque de estos días volvemos con una Misión: después de estos días de profundización en nuestra propia experiencia marista tenemos la tarea de ser ejemplo en nuestro entorno, en el día a día en el colegio. De ser vitalidad del carisma de Champagnat que nosotros recibimos de los hermanos. De compartir nuestra vocación laical marista.
Han sido muchos los momentos emocionantes que hemos compartido estos días, pero me quedo con las oraciones preparadas con todo el cariño por el H. Andreu en lugares muy especiales, que nos han invitado a la interioridad, a sentirnos muy cerca de los hermanos que habitaron el monasterio, historia viva de los maristas, y que nos han hecho sentir muy cerca de Marcelino y nuestra Buena Madre.
Impresionante fue también la catequesis con el H. Pere Borrás, superior de la comunidad de Avellanes que, a través de las imágenes de la Buena Madre en el maravilloso paraje del entorno del Monasterio, nos llevó a sentir de una manera muy especial la espiritualidad mariana y nos invitó a vivir el carisma marista desde la perspectiva de la mujer.
Así que, cuando recibimos un regalo no podemos hacer otra cosa que agradecer. ¡Sencilla y sinceramente, GRACIAS!
María Concepción Bullón García. Colegio Sagrado Corazón Valencia. Prov. Mediterránea