Somos hermanos de Cristo, hermanos de todos, especialmente de los más pobres y necesitados, para que reine mayor fraternidad en la Iglesia y el mundo. Seguimos a Jesucristo mediante profesión pública de los consejos evangélicos, y conformamos nuestras vidas en el servicio fraterno.
El itinerario marista comprende las siguientes etapas: discernir la vocación, postular el ingreso en comunidades de formación, vivir un tiempo de noviciado que culmina con la profesión de los votos o compromisos, proseguir un período de formación académica para las tareas que se desempeñarán en los años sucesivos e iniciar de manera directa nuestra dedicación a los niños, niñas y jóvenes en las más diversas situaciones, conscientes de que nuestro servicio constituye un valor inestimable.