“Sal de tu tierra”. Sí, puede que ésta sea la frase que me dijeran cuando me propusieron hacer la formación de Delegados de Pastoral a lo largo de cuatro semanas repartidas en todo el curso escolar.
Tras la experiencia de redescubrimiento personal y de fe llevada a cabo en Valladolid, nos aguadaba una segunda semana en Córdoba los días 20 al 24 de enero. Pocos días antes ya se me removía la barriga de pensar que iba a volver a ver a mis compañeros y también que debía dejar todas las clases preparadas para poder salir de mi tierra. No obstante, toda esta mezcla de emociones desapareció con los primeras salutaciones y abrazos al llegar al Castillo de Maimón en Córdoba. Era como el reencuentro de una gran familia.
Me quedé un tanto sorprendido cuando a la mañana siguiente nos repartieron un tiesto vacío. Un tiesto que debíamos ir rellenando con los ecos y cosas que más nos iban llamando la atención de las sesiones de formación que nos iban impartiendo. La verdad que fue difícil condensar las reflexiones, momentos y el carácter del ponente en unas pocas palabras o un dibujo: Soy un regalo para los demás, Puedo Quiero Tengo y Opto, Educar con Espacios, Don y Tarea, Lo esencial es invisible a los ojos, Prender Luces, Trabajar como Comunidad, Los pastores deben oler a ovejas…
Un conjunto de experiencias y testimonios que compartimos aquellos días y que hicieron recargar nuestras pilas y enamorarnos más de Cristo. Es por ello que el último día sólo cabían palabras de agradecimiento.
Agradecimiento por la acogida en la casa, la dedicación de los formadores de la Provincia Mediterránea, la gran suerte de compañeros y compañeras (o ahora ya amigos), la confianza y el mimo que la congregación Marista había puesto en nosotros y el esfuerzo desde la sencillez de Ángel y el H. Andreu para que todo salga bien.
Sin embargo, ahora quedaba la parte más difícil de todas. Volver a nuestra tierra para poder rellenar el tiesto con la realidad que nos envuelve.
“Sal de tu tierra” ¡Por fin estaba claro! Debo ser la SAL que dé sabor a la tierra que piso y así hacer crecer el Reino de Dios con el que también soñaba Marcelino.
Joaquim Matali Domingo. Colegio Nª Sª de la Salud. Algemesí (Valencia). Prov. Mediterránea